BIOGRAFÍA DE ALLAN KARDEC POR HENRI SAUSSE (CONTINUACIÓN)

Imagen LYON,  FRANCIA.

    “¡ Loor,  pues a los espiritistas lioneses,  por haber entrado con tanta amplitud en esta vía progresiva,  a no ser por la cual el Espiritismo carecería de objeto!  Este ejemplo no se perderá,  tendrá sus efectos,  y veo que no sin razón los espíritus me contestaron el otro día,  por uno de vuestros médiums más adictos aunque de los menos conocidos,  cuando les expresaba mi sorpresa: ¿Por qué te asombras?  Lyon ha sido la ciudad de los mártires;  la fe en ella está viva,  y  esta ciudad proporcionará  apóstoles al Espiritismo.  Si París es la cabeza,  será Lyon el corazón.”

    Esta opinión de Allan Kardec sobre los espiritistas lioneses de su época es para nosotros un gran honor,  mas ha de ser asimismo una regla de conducta.  Todos los espiritistas deben esforzarse por merecer a su vez tales elogios,  profundizando las lecciones del Maestro y,  sobre todo,  adecuando a ellas su conducta .  “Nobleza obliga”,  dice el adagio;  sepamos todos recordarlo siempre y mantener elevada y firme la bandera del Espiritismo.

    Pero Allan Kardec no se contentaba con arrojar flores a nuestros mayores,  sino que les daba,  en especial,  sabios consejos que por nuestra parte debemos meditar.

    “Revista Espírita”1860,  pág. 303.-“Viniendo la enseñanza de los espíritus,  los diferentes  grupos,  así como los individuos,  se encuentran bajo la influencia de ciertos espíritus que presiden sus trabajos o moralmente los dirigen;  si estos espíritus no se hallan de acuerdo,  se presenta la cuestión de saber cuál es el que mayor confiaza merece;  éste será evidentemente aquel cuya teoría no pueda plantear ninguna objeción seria;  en una palabra,  aquel que en todos los puntos ofrece mayores pruebas de superioridad.  Si todo es bueno y racional en su enseñanza,  poco importa el nombre con que se presente un espíritu,  y a este respecto el asunto de la identidad se torna completamente secundario.  Si bajo un nombre respetable su enseñanza peca en las cualidades esenciales,  se puede sin vacilación asegurar que se trata de un nombre apócrifo y que estamos frente a un espíritu impostor o que quiere divertirse. Regla general: el nombre jamás es una garantía;  la única,  la verdadera garantía  de superioridad radica en el pensamiento y el modo de expresarlo. Los espíritus burlones pueden imitar todo,  excepción hecha del genuino saber y el verdadero sentimiento.

    “Acontece a menudo  que para inculcar ciertas utopías los espíritus hacen ostentación de un falso saber y piensan imponerlo,  tomando del arsenal de palabras técnicas todo aquello que pueda fascinar al que cree con demasiada facilidad. 

    Poseen incluso un medio más eficiente y es el de afectar apariencias de virtud,  valiéndose de las respetables expresiones de caridad,  fraternidad y humildad,  con la esperanza de hacer aceptar los más groseros absurdos;  en ello lo que más a menudo ocurre cuando no se está prevenido.  Hay que evitar,  pues,  el dejarse atrapar por las apariencias,  tanto de parte de los espíritus como de los hombres;  ahora bien,  confieso que ésta es una de las mayores dificultades,  pero jamás se ha dicho que el Espiritismo fuese una ciencia fácil;  al contrario,  tiene sus escollos,  que sólo la experiencia puede evitar.  Para no caer en la trampa,  lo que se debe hacer en primer lugar es cuidarse del entusiasmo enceguecedor y del orgullo que lleva a algunos médiums a creerse los únicos intérpretes de la verdad;  es necesario examinar todo  fríamente.  Sopesarlo con sensatez, y “controlarlo”.  Y si dudamos de nuestro propio juicio,  lo cual es con frecuencia lo más prudente,  hay que recurrir al de otros,  conforme al proverbio de que cuatro ojos ven más que dos;  tan sólo un falso amor propio o una obsesión pueden hacer persistir en una idea notoriamente falsa,  que el buen sentido general rechaza”.

    He aquí los tan sabios como prácticos que daba aquel a quien se ha querido hacer pasar por un entusiasta,  un místico,  un alucinado.  Tal regla de conducta,  establecida desde el comienzo ,  no ha sido hasta ahora invalidada por la observación ni por los acontecimientos;  es siempre ésta la vía más segura y prudente,  la única que deben seguir quienes desean ocuparse del Espiritismo.