BIOGRAFÍA DE ALLAN KARDEC POR HENRI SAUSSE (CONTINUACIÓN)

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En 1862 Allan Kardec dio a la publicidad también una Refutación a las críticas contra el Espiritismo, desde el punto de vista del materialismo,  de la Ciencia y de la Religión.

    Encausado y hostilizado,  en diversas ocasiones,  por el sacerdote Marozeau,  quien no solamente le atacaba desde el púlpito sino que publicaba libelos contra el Espiritismo y su fundador,  Allan Kardec le contesta:

    “Revista Espírita”,  1863,  pág. 219.-“ Soy un hombre un hombre positivo,  sin entusiasmo,   que juzga todo fríamanete.  Razono según los hechos y digo: puesto que los espiritistas son más numerosos que nunca,  ,  no obstante el folleto del señor Marouzeau y todos los demás,  y a pesar de cuantos sermones y mandamientos se pronuncian;  es porque los argumentos que se emplean en ellos no convencen al público y producen el efecto contrario de que quisieran conseguir;  ahora bien,  considero  que es de lógica elemental juzgar el valor de la causa por sus efectos;  entonces,  ¿qué objeto tendría refutarles?  Puesto que ellos  nos sirven en lugar de perjudicarnos,  debemos abstenernos de oponerles ningún obstáculo…

    “…Cuando trato de manera general las cuestiones promovidas por un adversario,  no es en modo alguno porque quiera convencerle,  y menos aún me propongo  hacerle renunciar a su creencia,  que respeto cuando es sincera,  sino que lo hago únicamente para que sirva ello de instrucción a los espiritistas,  y porque encuentro en tales cuestiones puntos por desarrollar  o aclarar.  Refuto los principios,  no las personas;  los principios quedan y los individuos desaparecen;  por esta razón me inquietan poco las personas,  que acaso mañana no existirán ya  y de las cuales no se hablará más,  cualquiera sea la importancia que tratan de atribuirse.  Miro el porvenir mucho más que el presente,  el conjunto y las cosas importantes más que los hechos aislados o secundarios”.

    “Para poner en guardia a los espiritistas contra todos los ataques, vinieran de donde viniesen y por más vehementes e injustos que fueran,  Allan Kardec les previno que:

    “Revista Espírita”,  1863,  pág. 69.-Una verdadera cruzada se lleva a cabo hoy contra el Espiritismo,  conforme se nos había anunciado;  de diversas partes nos señalan en escritos,  discursos y aun con actos de violencia en intolerancia;  pues bien,  todos los espiritistas deben regocijarse de ello,  porque constituye la prueba evidente de que el Espiritismo no es una quimera.  ¿Se haría tanto alboroto por una mosca que vuela?

    “Lo que en especial exita esta gran cólera es la prodigiosa rapidez con que se propaga la nueva idea,  a despecho de cuanto se hace para detenerla”.

    “Ibid”.,  pág. 70.-“Todo lo que acontece ha sido previsto y debía ocurrir por el bien de la causa.  Cuando veáis cualquiera manifestación hostil,  en vez de espantaros,  regocijaos de ella,  pues se ha dicho ya que el fragor del rayo será la señal de la proximidad de los tiempos profetizados.  Rogad,  entonces, hermanos míos;  rogad sobre todo por vuestros enemigos,  porque serán arrebatados por el vértigo.

    “Pero,  todo no se ha cumplido todavía;  la llama de la hoguera de Barcelona no ha subido lo bastante alto.  Si se renueva en alguna parte,  guardaos de extinguirla,  porque cuanto más se eleve,  más se asemejará a un faro y será visible desde más lejos,  perpetuándose en el recuerdo de las edades.  Dejad hacer,  pues,  y en ninguna parte opongáis la violencia a la violencia;  recordad que Cristo dijo a Pedro que volviese su espada a la vaina.  No imitéis a las sectas que se han despedazado entre sí en nombre de un Dios de paz,  al que cada una de ellas llamaba en auxilio de sus furores. La verdad no se prueba  con persecuciones sino por el razonamiento;  las persecuciones han sido en todo tiempo el arma de las malas causas y de aquellos que confunden el triunfo de la fuerza bruta con el de la razón.  La persecución es un mal recurso para persuadir;  puede momentáneamente abatir al más débil,  pero jamás convencerle,  pues hasta en la angustia en que se le sumerja exclamará ,  como Galileo en su prisión: <<¡E pur si muove!>>  Recurrir a la persecusión es probar que se tiene poca confianza en el poder de la propia lógica.  No empléis jamás represalias;  a la violencia oponedle la dulzura y una inalterable tranquilidad;  devolved a vuestros enemigos bien por mal.   En esta forma desmenteréis sus calumnias y les obligaréis a reconocer que vuestras creencias son mejores de los que ellos pretenden”

    Para hacerse una idea de la virulencia de los ataques de que el Espiritismo y Allan Kardec eran objeto,  diremos que además de todos los sermones,  pastorales y excomuniones–de los cuales tiene la iglesia romana el monopolio–,  las polémicas y los libelos más desvergonzados se empleaban.  Y a fin de darse cuenta de ello transcribimos el siguiente pasaje de un folleto publicado en Argel por un antiguo oficial,  ex representante del pueblo en 1848,  quien en 1863 ocupaba sus ocios en depotricar contra el Espiritismo y Allan Kardec.

    Después de tratar de establecer,  mediante cálculos ultrafantásticos,  que Allan Kardec lograba una renta anual de 250.000 francos,  sin contar los ingresos de la venta de El libro de los Espíritus y el de los Médiums, añade:

    “A la velocidad que marcha la epidemia,  la mitad de la población de Francia será pronto espiritista, si no lo es ya,  y como no se puede ser un buen espiritista si no se está asociado y abonado a la Revista,  existe la posibilidad de que,  de los 20 millones de habitantes a que tal mitad alcanza,  haya 5 millones de asociados y otros tantos suscriptos a la Revista.

    “En consecuencia,  la renta de los presidentes y vicepresidentes de Sociedades Espiritistas ha de ser de 100 millones por año,  y la del señor Allan Kardec,  propietario de la Revista y soberano pontífice,  de 388 millones.

    “Si el Espiritismo conquista la otra mitad de Francia, esta renta se duplicará,  y si Europa se deja infestar,  no será por millones como habrá de contarla ,  sino por miles de millones.

    “¡Y bien,  cándidos espiritistas!,  ¿qué pensáis de esta especulación basada en vuestra ingenuidad?  ¿Hubiérais creído jamás que del juego de las mesas giratorias pudieran salir semejantes tesoros?  ¿Estáis enterados ahora del porqué del ardor que ponen en fundar sociedades los propagadores de la doctrina?   ¿no se tiene razón cuando se dice que la tontería humana es una mina inagotable?”

    No todos los jesuítas usan sotana,  y Basilio * encuentra incluso entre los laicos numerosos adeptos; más adelante ,  este libelista agrega:

    “Otra cualidad del espiritismo  consiste en transformar la fe,  que es un acto de libre arbitrio y voluntad,  es una credulidad ciega.

    “Así,  para hacer triunfar la especulación del Espiritismo o de las mesas giratorias,  el señor Allan Kardec predica una doctrina cuya tendencia es la destrucción  de la Fe de la Esperanza y de la Caridad.

    “Sin embargo,  que el mundo cristiano esté seguro de que si el Espiritismo no prevalecerá contra la iglesia.  <<Se reconocerá todo el valor de un principio religioso–como dice Monseñor el obispo de Argel,  en su pastoral del 13 de febrero de 1863 a los curas de su diócesis–,  porque es suficiente por sí mismo para vencer todas las vacilaciones,  oposiciones y resistencias>>

    “Pero,  ¿existen verdaderos espiritistas?  Lo negaremos en tanto un sólo hombre sienta que la Esperanza no se ha extinguido en su corazón.

* Personaje de El Barbero de Sevilla, de Beaumarchais,  que personifica al hipócrita calumniador.  Su divisa es:  Calumniad,  calumniad,  que de la calumnia siempre algo quedará”. [E.]

    “¿Qué hay,  pues ,  en el Espiritismo?  Nada más que un especulador y sus víctimas.  Y el día en que la autoridad temporal comprenda su solidaridad para con la autoridad moral y se limite solamente a prohibir las publicaciones espiritistas,  ese día tal especulación inmoral caerá para no volver a levantarse más”

    He aquí con qué armas pretendían los adversarios sin escrúpulos desnaturalizar y combatir el Espiritismo,  reduciéndole a la nada.

    ¿Donde están aquellos  demoledores que debían enterrarlo?;  ¿dónde aquellos Quijotes que pretendían exterminarlo a tajos y estocadas?  ¡Ay!,  ¡a curas y monjes,  a monseñores y publicistas los ha amortajado el polvo de los tiempos!  El olvido  no perdonó sus nombres .  De ellos queda tan sólo un penoso recuerdo,  y el Espiritismo  sin contestar incluso a sus ataques,  no deja,  por cierto,  de proseguir su marcha constante hacia el progreso,  el porvenir y la verdad.

    Respondiendo en conjunto a todos los ataques con que fue colmado,  Allan Kardec nos dice,  en diciembre de 1868:

   “Revista Espírita”,  1868, pág. 371.-“Se ha hablado mucho del producto que extraía yo de mis obras.  A buen seguro que ninguna persona seria cree en los millones que se me achacan,  no obstante la afirmación de aquellos que aseguraban saber de buena tinta que llevaba yo un tren de vida principesco,  con carruajes de cuatro caballos,  y que en mi hogar sólo se caminaba sobre alfombras de Aubusson (“Revista Espírita”,  junio de 1862 pág.  179).

    “Además,  sea lo que fuere lo que haya dicho el autor de un folleto que conocéis,  el cual pretende probar,  mediante cálculos hiperbólicos,  que mi presupuesto de ingresos sobrepasa la lista civil del más poderoso soberano de Europa,  porque solamente en Francia 20 millones de espiritistas son tributarios míos (“Revista Espírita”,  pág. 175),  un hecho más auténtico que sus cálculos es que jamás he pedido nada a nadie y que nadie me ha dado nunca nada para mí personalmente:  en una palabra,  que no vivo a expensas de nadie,  puesto que las sumas que  han sido voluntariamente confiadas en interés del Espiritismo,  ni la mínima parte  invertí en mi provecho.(1)

(1) Tal suma se elevaba en esa época a un total de 14.100 francos,  cuya inversión,  en exclusivo beneficio de la doctrina,  la justifican las cuentas.

    “Cualquiera que haya visto en tiempos pasados mi hogar y le vea hoy,  puede atestiguar que nada ha cambiado en nuestra manera de vivir desde que me ocupo en el Espiritismo;  mi vida doméstica es tan sencilla ahora como antes lo era.  Es,  pues,  cierto que mis beneficios,  por enormes que sean,  no sirven para proporcionarnos los placeres del lujo.  ¿Será que adolezco de la manía de juntar dinero para tener el placer de contemplarlo?  No creo que mi carácter y costumbres hayan podido hacerlo suponer jamás.  ¿Por qué,  entonces ,  ocurre esto?  Desde que no me aprovecha,  cuanto más fabulosa es la suma tanto más dificultosa es la respuesta a aquella pregunta.  Un día se sabrá la cifra exacta de ello,  así como su empleo al por menor,  y entonces los fabricantes de historias serán reconocidos por sus gastos de imaginación;  hoy,  me limito a algunos datos generales,  para poner freno a suposiciones ridículas.  A tal efecto,  debo entrar en ciertos detalles íntimos,  por lo que solicito vuestro perdón,  ya que es necesario exponerlos.

    “Siempre hemos tenido con qué vivir,  muy modestamente,  es verdad,  pero lo que hubiera sido poco para algunas personas,  nos bastaba a nosotros,  gracias a nuestros gustos y hábitos de orden y economía.  A nuestra pequeña renta vinieron a agregarse,  como suplementos,  el producto de las obras que publiqué antes de comenzar a ocuparme en el Espiritismo y el de de un modesto empleo que debí dejar cuando los trabajos relacionados con la doctrina absorbieron todo mi tiempo.

    “El Espiritismo,  al sacarme de la oscuridad,  me lanzó por un nuevo rumbo.  En poco tiempo me he visto dentro de un movimiento que estaba lejos de prever.

    “Cuando concebí la idea de El Libro de los Espíritus,  mi intención no era ponerme en evidencia sino continuar siendo un desconocido;  pero,  prontamente sobrepasado por el influjo de la labor,  no me ha sido ello posible;  tuve que renunciar a mi afición a la vida retirada,  so pena de abdicar de la obra emprendida y que crecía diariamente;  he debido seguir su impulso y haceme cargo de su gobierno.  Si mi nombre tiene ahora alguna popularidad,  a buen seguro de que no soy yo quien la ha deseado,  pues se sabe que no la debo ni a la propaganda ni a la camaradería de la prensa,  y que jamás he aprovechado mi posición ni mis amistades para ingresar en sociedad,  lo que me hubiera sido fácil.   Pero,  a medida que la obra crecía,  un horizonte más vasto se mostraba ante mí y sus lindes se tornaban cada vez más lejanos;  comprendí entonces la inmensidad de mi tarea y la importancia del trabajo que me restaba por hacer para completarla;  las dificultades y obstáculos,  en lugar de atemorizarme,  redoblaron mi energía.  Vi el objeto y resolví alcanzarlo,  con la asistencia de los buenos espíritus.  Me di cuenta de que no debía perder tiempo y no lo perdí,  ni en inútiles visitas ni en ceremonias ociosas;  fue la obra de mi vida;  a ella di todo mi tiempo y por ella sacrifiqué mi descanso y salud,  porque el porvenir estaba escrito ante mí con caracteres irrecusables.

    “Sin apartarnos de nuestro género de vida,  esta posición excepcional no pudo menos que crearnos necesidades,  a las cuales mis solos recursos no me permitían subvenir.  Fuera difícil suponer la multiplicidad de gastos que dicha posición ocasiona y que hubiera yo evitado a no ser por ella.

    “Y bien,  señores;  el producto de mis obras me ha proporcionado ese suplemento de recursos que necesitaba.  Lo digo con felicidad;  mediante mi propio trabajo,  con el fruto de mis vigilias,  he proveído–en su amyor parte,  al menos–a las necesidades materiales de la instalación indispensable de la doctrina.  También contribuí con una amplia cuota para la Caja del Espiritismo;  quienes colaboran en la difusión de las obras no podrán entonces decir que trabajan para enriquecerme,  pusto que el producto de todo libro vendido ,  así como de toda suscripción a la “Revista”,  aprovecha a la doctrina y no a un individuo.

    “Lejos de mí,  señores,  el pensamiento de sustentar la menor vanidad por lo que acabo de exponer;  ha sido preciso la persistencia de ciertas diatribas para resolverme–aunque con repugnancia–a romper el silencio sobre algunos hechos que me conciernen…La única cosa que me importaba por el momento era qque estuvierais informados sobre el destino de los fondos que la Providencia hace pasar por mis manos.  Sea cual fuere su origen,  no me considero sino su depositario,  incluso de aquellos que yo gano,  y con mayor razón de los que me confían”.